Han transcurrido solo dos meses desde cuando los alcaldes y gobernadores en Colombia tomaron posesión de sus cargos para el periodo 2020 a 2023. Este tiempo ha sido suficiente para dar un primer vistazo a la forma como hacen su trabajo. Algunos que no organizaron una buena la comunicación de su gestión empiezan a ver sus deficiencias traducidas en bajos porcentajes en las encuestas de favorabilidad y credibilidad, otros, no muchos pasan el examen por haber hecho un plan de comunicación que ya da frutos.

Por: ottogutierrez@ymail.com
El escorpión es una animal que al sentirse rodeado por fuego toma la decisión de clavarse su aguijón para morir al momento. Esa conducta se usa para describir lo que pareciera ocurrirle a muchos funcionarios elegidos o nombrados que al verse acorralados por la falta de manejo de los temas, la carencia de un plan estratégico de comunicación, falta de claridad en sus mensajes (incluidos discurso y actitudes) sumados a una mala disposición para la comunicación y un equipo impreparado para el reto que afrontan, comienzan a dar pasos para auto destruirse rápidamente. Esto ya le está pasando a algunos en tan solo los dos primeros meses de mandato o gestión.
En los casos exitosos, aunque son muy pocos para ser sinceros, vemos que las cosas parecen marchar bien. Sus porcentajes en las encuestas de favorabilidad, credibilidad y confianza son altos. Los ciudadanos hablan positivamente de esos funcionarios, los medios celebran sus acciones y sus administraciones avanzan en la consolidación de sus programas de gobierno.
La pregunta que todos se hacen es ¿por qué unos van a caer en el síndrome del escorpión y por qué los otros están muy lejos de esa situación? Hay dos comportamientos que determinan lo que esos funcionarios están haciendo sea positivo o negativo. El negativo, se trata de la mezcla de arrogancia e inexperiencia que les impedirá entender el juego y sus reglas, lo que se convertirá en el fuego que los rodee y lleve a la auto eliminación. Los que los hacen bien, es decir positivo, lo logran con la humildad y la coherencia que los fortalecerán para sobrevivir, encontrarle sentido al juego y poder ganarlo.
Ya en un artículo anterior había explicado que, quienes lo están haciendo bien, tienen claro un plan, frenan su ego, tienen discurso y actitudes que generan posicionamiento y reputación, despiertan solidaridad y leen claramente qué está sintiendo la opinión pública, cuál es la agenda política y se someten a una comunicación de gobierno.
Leer aquí: De la Campaña a la gestión de Gobierno. En ese artículo planteaba la causa de muchos problemas para los nuevos gobernantes. A esos se suma como consecuencia, el error de asumir en forma equivocada el desarrollo de los años de gobierno. Los funcionarios que lo hacen mal actúan motivados por el ego excesivo y un deseo de diferenciación de su antecesor, deseo que luce más como arrogancia, pierden el rumbo y caen cercados por el fuego. Desde ahí su eliminación está cerca. La interpretación equivocada de cada año de gobierno, que causa el efecto escorpión, tiene las siguientes características.
AÑO 1, el recién elegido cree que las cosas serán como en la campaña porque fue exitosa y no cambia. Cree que todo lo de su antecesor es malo y a partir de ese juicio equivocado y arrogante empieza a tomar decisiones y enviar mensajes que son mal recibidos por los ciudadanos, quienes no lo eligieron para que hiciera una auditoria de su antecesor sino para que les brindara una opción de mejoría de la calidad de vida. Algo que los ciudadanos aceptan es que el funcionario saliente alguna cosa haría bien y en justicia hay que reconocerlo. Eso es lo que el ego del nuevo funcionario no le deja ver ni entender. Finalmente, la arrogancia en este primer año se manifiesta con la actitud de que el funcionario cree que “se las sabe todas”. Considera que su visión es la única válida y que la solución a los problemas o satisfacción de las expectativas de los ciudadanos solo se logran al imponer sus ideas y así identificarse con la opinión pública. Esto no ocurrirá y la reacción será negativa por el rechazo de los ciudadanos. Si bien no se necesita que los tres errores del primer año existan juntos, sí es claro que uno de los tres predominará y atraerá a los otros dos. Uno o los tres serán la causa de un mal primer año que se conoce como “el año perdido”.
AÑO 2, el funcionario y su administración que pagaron ya un alto precio en la imagen negativa y la relación con los ciudadanos entienden que su papel estaba equivocado, que para tener éxito la actitud debe ser muy diferente y comienzan lo que se llama “el año del aprendizaje”. En este periodo el funcionario entiende el juego a partir de controlar la arrogancia y tener algo de experiencia. Su visión del gobierno, los problemas y las soluciones, así como la relación con los ciudadanos lo cambian a la fuerza y la gestión empieza a tener destellos de efectividad. El funcionario comienza a encontrar los beneficios de obrar de manera diferente al periodo anterior desaprovechado y perdido. Al terminar este segundo año se habrá conectado mejor con el entorno y estará listo para empezar el tercer momento de su gobierno con optimismo. La consecuencia negativa en este punto será haber malgastado dos años, lo que es la mitad de su periodo, para sintonizarse con su rol. Las consecuencias en términos de porcentajes de favorabilidad, confianza y eficiencia son bajos y generalmente irrecuperables.
AÑO 3, Este se conoce como “el año de la gestión” y lo es porque es el único momento del cuatrienio en que el gobernante podrá ejecutar o empezar a desarrollar su plan de gobierno. Transcurrirá muy rápido y será muy poco lo que pueda hacer. Luchará con una mala imagen y el rechazo de los ciudadanos, los sectores políticos, las autoridades nacionales y hasta su propio partido. Cuando mejor pueda estar haciendo su trabajo será rechazado, condenado por la opinión y desoído por muchos actores claves. Comprará apoyos y favores con acciones, que si bien no son ilegales, no son éticas. Sus días estarán marcados por tratar de mostrar gestión y sobrevivir políticamente. Pronunciará la frase mágica que lo condenará: “mi gobierno sí tiene cosas que mostrar pero que no se han sabido comunicar” así con esas palabras dichas con convicción aceptará que no se supo comunicar desde el inicio. Empezará la recta final de su mandato.
AÑO 4, Será el comienzo del final de su mandato con un desprestigio y mala imagen galopantes y con los índices más bajos o negativos. Comenzará también el periodo más político y politiquero de cara a la próxima elección. Todos, ciudadanos, funcionarios y políticos, entre otros sectores, estarán pensando en la elección que se avecina y cuál candidato querrán apoyar. La mayoría de su gente tomará distancia del alicaído mandatario y se perderá el poco caudal que tenga. Hasta los amigos le darán la espalda. Este, que es, “el año de la próxima elección” como se le conoce, terminará con la cuenta regresiva para que acabe pronto. Al ego le costará aceptar lo ocurrido pero no se quedará quieto y buscará reivindicarse en cuerpo ajeno en la elección siguiente o recargar ánimo para ganar otra elección y prometerse a sí mismo que no va a repetir la historia del escorpión.
A los dos meses si el mal comienzo es detectado claramente hay soluciones implementables rápidamente. Se recomienda adoptar con urgencia el modelo PRAGS que hemos desarrollado para estos casos. Se debe hacer una valoración del nivel de vocería y comunicación del mandatario con el modelo AELE diseñando para eso. Hay que crear un plan estratégico e implementarlo, hacer una revisión del equipo de comunicaciones (cargos y personas) y sobre todo actuar con humildad y claridad. Para conocer más como mejorar la comunicación de gobierno ante un mal comienzo escríbame a ottogutierrez@ymail.com, cuénteme su necesidad o proyecto y seguro podré ayudarlo.